14 de junio de 2015

LA RUEDA DE SIEGEL



Los humanos tendemos a mirar la realidad en base a estructuras mentales que la simplifican y la ordenan -es esencial para que no nos perdamos en el caos y la confusión-,  pero que nos hacen que perdamos la totalidad de nuestras experiencias. El resultante son aquellas ideas distorsionadas que se nos cuelan en la cabeza continuamente: "Mi vida ha sido un desastre", cuando en realidad la mayoría de los acontecimientos que ha habido en ella han sido positivos, pero solo estamos "viendo" los tres negativos que nos han ocurrido. O "hoy tenido un mal día", cuando solo han pasado dos cosas que han enturbiado todo lo bueno que sí ha habido. O "soy un fracaso", cuando en realidad en cualquier vida, no todo es un fracaso, ni todos son éxitos. O  "todo el mundo me rechaza", cuando en la inmensa mayoría de los casos, si lo pensamos, esto no es cierto. Estas afirmaciones, basadas en la simplificación, vienen acompañadas de emociones, por lo que si son pensamientos negativos, nuestras emociones serán desagradables,  bañadas en la tristeza, en la ira o en la culpa. Ser conscientes de ello sería el primer paso para ampliar la mirada e ir un poco más allá.

Para ello tenemos el ejercicio de la rueda de la bicicleta, que quiero explicar hoy (ejercicio 26 del libro El origen de la infelicidad). Me baso en el recurso que Daniel Siegel, médico y profesor de la UCLA, explica en casi todos sus libros. Es tan sencillo que podemos enseñárselo a los niños y a mí me parece más que útil cuando hemos perdido la visión global de la realidad.  Él propuso la rueda para devolvernos al centro del presente que estamos viviendo ahora: percepciones, sensaciones... Pero yo la aplico a todo pensamiento distorsionado que se ha salido del centro y que no nos deja ver la totalidad de la rueda, o sea, de nuestra realidad.

Se trata de dibujar una rueda de una bicicleta, con su centro, su circunferencia y los radios que la cortan en unos cuantos trozos. Cuando estamos en el centro, podemos ver la totalidad de la circunferencia, pero cuando nos hemos salido del centro y nos colocamos en un solo trozo de ella, las demás porciones, o no se ven, o quedan distorsionadas desde esa perspectiva, bañadas del color de ese fragmento en el que nos hemos posicionado. De esta forma, la circunferencia simboliza la totalidad de nuestras experiencias, los trozos cortados por los radios, cada una de ellas, y el centro, el lugar desde el que se ve de forma más total la realidad. Por ejemplo, si me viene a la cabeza: "Nunca me sale nada bien", debemos dibujar la rueda y colocarnos en el centro. Después, escribimos en un trozo algo que me ha salido mal, y pensamos en alguna ocasión en la que nos hayan salido bien las cosas. No seguiremos enumerando experiencias negativas hasta que no hayamos encontrado alguna que la contradiga, momentos en que hemos tenido algún acierto. A veces cuesta colocarse en el centro, por lo que quizás tardamos un tiempo en desmontar la simplificación mental. A veces tardaremos un minuto y otras veces varios días, pero esto nos obligará a estar atentos a otras experiencias que la idea cegaba.

En el ejemplo del dibujo, hemos  querido desmontar el verbo SER, que reduce nuestros comportamientos, haciendo que nos miremos y califiquemos distorsionadamente. No SOMOS de ninguna manera, tenemos actos. A veces, actuamos de una manera y otras veces de otra, dependiendo de las circunstancias y de nuestras elecciones. El verbo ser es inmovilista, todo lo contrario al ser humano, lleno de matices, comportamientos y cambios, y solo refleja una parte de nuestra realidad como personas. La rueda de Siegel es fabulosa para salir de esta simplificación tan peligrosa. Como se ve en el dibujo, hay que escribir en cada porción un comportamiento. Cuando aparezca en nuestra mente: "Soy...", habrá que sustituirlo por: "A veces me comporto...". Y hasta que no pensemos en las veces que tenemos comportamientos opuestos y lo escribamos, no seguiremos. Lo mismo vale para comportamientos negativos que positivos. Esto nos hará estar atentos en nuestra vida diaria, a las veces que nos etiquetamos, y poco a poco aprenderemos a sustituir esas creencias por otras más realistas, más amplias, más ricas. 


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