Los humanos tendemos a mirar la realidad en base a
estructuras mentales que la simplifican y la ordenan -es esencial para que no
nos perdamos en el caos y la confusión-, pero que nos hacen que perdamos la totalidad
de nuestras experiencias. El resultante son aquellas ideas distorsionadas que
se nos cuelan en la cabeza continuamente: "Mi vida ha sido un desastre",
cuando en realidad la mayoría de los acontecimientos que ha habido en ella han
sido positivos, pero solo estamos "viendo" los tres negativos que nos
han ocurrido. O "hoy tenido un mal día", cuando solo han pasado dos
cosas que han enturbiado todo lo bueno que sí ha habido. O "soy un fracaso",
cuando en realidad en cualquier vida, no todo es un fracaso, ni todos son
éxitos. O "todo el mundo me rechaza",
cuando en la inmensa mayoría de los casos, si lo pensamos, esto no es cierto. Estas
afirmaciones, basadas en la simplificación, vienen acompañadas de emociones, por
lo que si son pensamientos negativos, nuestras emociones serán desagradables, bañadas en la tristeza, en la ira o en la
culpa. Ser conscientes de ello sería el primer paso para ampliar la mirada e ir
un poco más allá.
Para ello tenemos el ejercicio de la rueda de la bicicleta,
que quiero explicar hoy (ejercicio 26 del libro El origen de la infelicidad). Me baso en el recurso que Daniel Siegel, médico y
profesor de la UCLA, explica en casi todos sus libros. Es tan sencillo que
podemos enseñárselo a los niños y a mí me parece más que útil cuando hemos
perdido la visión global de la realidad.
Él propuso la rueda para devolvernos al centro del presente que estamos
viviendo ahora: percepciones, sensaciones... Pero yo la aplico a todo
pensamiento distorsionado que se ha salido del centro y que no nos deja ver la
totalidad de la rueda, o sea, de nuestra realidad.
Se trata de dibujar una rueda de una bicicleta, con su
centro, su circunferencia y los radios que la cortan en unos cuantos trozos.
Cuando estamos en el centro, podemos ver la totalidad de la circunferencia,
pero cuando nos hemos salido del centro y nos colocamos en un solo trozo de
ella, las demás porciones, o no se ven, o quedan distorsionadas desde esa
perspectiva, bañadas del color de ese fragmento en el que nos hemos
posicionado. De esta forma, la circunferencia simboliza la totalidad de
nuestras experiencias, los trozos cortados por los radios, cada una de ellas, y
el centro, el lugar desde el que se ve de forma más total la realidad. Por
ejemplo, si me viene a la cabeza: "Nunca me sale nada bien", debemos
dibujar la rueda y colocarnos en el centro. Después, escribimos en un trozo
algo que me ha salido mal, y pensamos en alguna ocasión en la que nos hayan salido
bien las cosas. No seguiremos enumerando experiencias negativas hasta que no
hayamos encontrado alguna que la contradiga, momentos en que hemos tenido algún
acierto. A veces cuesta colocarse en el centro, por lo que quizás tardamos un
tiempo en desmontar la simplificación mental. A veces tardaremos un minuto y
otras veces varios días, pero esto nos obligará a estar atentos a otras experiencias
que la idea cegaba.
En el ejemplo del dibujo, hemos querido desmontar el verbo SER, que reduce
nuestros comportamientos, haciendo que nos miremos y califiquemos distorsionadamente.
No SOMOS de ninguna manera, tenemos actos. A veces, actuamos de una manera y otras
veces de otra, dependiendo de las circunstancias y de nuestras elecciones. El
verbo ser es inmovilista, todo lo contrario al ser humano, lleno de matices,
comportamientos y cambios, y solo refleja una parte de nuestra realidad como
personas. La rueda de Siegel es fabulosa para salir de esta simplificación tan
peligrosa. Como se ve en el dibujo, hay que escribir en cada porción un
comportamiento. Cuando aparezca en nuestra mente: "Soy...", habrá que
sustituirlo por: "A veces me comporto...". Y hasta que no pensemos
en las veces que tenemos comportamientos opuestos y lo escribamos, no seguiremos.
Lo mismo vale para comportamientos negativos que positivos. Esto nos hará estar
atentos en nuestra vida diaria, a las veces que nos etiquetamos, y poco a poco
aprenderemos a sustituir esas creencias por otras más realistas, más amplias,
más ricas.
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