3 de mayo de 2015

LA DICTADURA DEL YO PUEDO



Parece que cada vez con más frecuencia, surgen teorías que nos intentan inculcar que somos omnipotentes. Partiendo de las filosofías norteamericanas del YO PUEDO de hace unas décadas, estas teorías nos dicen que PUEDES conseguir cualquier cosa y que si no lo consigues, es que no has puesto todo de tu parte. Es cierto que puede venirnos bien pensar de forma positiva, confiar en nuestros recursos y motivarnos para la acción, pero, ¿eso es garantía fiable de que lo conseguiremos? Y además, si no lo consigo, ¿no me sentiré culpable por no haber hecho todo lo posible o no haber podido realizar correctamente los preceptos de tal teoría? Creo que estas dos palabras "mágicas" que se están extendiendo por países desarrollados están haciendo más daño de que lo que pensamos. Pueden hacernos pensar que si los demás fracasan o sufren injusticias o tienen mala suerte, es que no han hecho lo suficiente y que en cierto modo se lo merecen. Y lo mismo con nosotros mismos.

Pero, ¿de verdad podemos conseguir todo lo que nos propongamos? Desde esta creencia, nos saltamos las leyes de la realidad, las múltiples circunstancias y variables que no controlamos, o incluso la voluntad o la libertad de otras personas. Nos gusta creer que podemos manejar el universo a nuestro antojo. Pero la realidad a veces tiene otros planes para nosotros. Sin elegirlo nos vemos envueltos en caminos que no quisiéramos recorrer, que nos recuerdan que somos vulnerables, que la vida es imprevisible y que las palabras "Yo puedo" han sido una trampa feroz que nos ha hecho pensar que vivíamos en los mundos de yupi. Desde la exigencia del "Yo puedo" la caída es más grande.

Porque a veces NO PODEMOS. Más nos valdría depositar parte de nuestras fuerzas en adaptarnos a una realidad nada previsible, y que a veces tiene planes insospechados que superan nuestra voluntad.
Si aceptamos las limitaciones de este mundo, las nuestras y las de los demás,  quizás el "no puedo" no es tan terrible. Serviría para elegir de forma más realista las metas que nos propongamos, y saber que no pasa nada si al final no conseguimos lo deseado. Y si decidimos andar por algún camino utópico, sabremos que el objetivo no está en llegar, sino en alcanzar lo que encontremos mientras lo andamos. 

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